ellas_2021_09_10

34 10.09.2021 UNA INVITACIÓN ESPECIAL JULIETA DE DIEGO DE FÁBREGA H aceunpardesemanasrecibí llamada de una profesora de Smart Academy para invi- tarme a una charla/conver- satorio con alumnos de no- veno y décimo grado sobre “escribir”. Me sentí muy halagada e inmediata- mente acepté la invitación. Me fascina tentar la mente de la gente joven y lle- vaba tiempo distanciada de los adoles- centes. Mis hijos ya son adultos, mis nietos aun son niños y ya no participo activamente del servicio social de las escuelas de las que se graduaron mis hijos. Me dispongo pues, muy diligente- mente, a construir mi presentación ya que,mal puede uno enfrentar ungrupo de muchachos altamente tecnológicos con cualquier charlita del sigloXX. ¿Se imaginan? Me hacen picadillo en dos minutos o, peor aun, se duermen. ¡Qué susto! Escribí unmontónde ideas. Las dejé reposar como lamasa de pan. Las volví a mirar un par de días después. Las amasé un poquito más, les saqué unas bruscasyal reposonuevamente. Sepo- drán imaginar que es imposible hablar de escribir sin visitar primero la lectu- ra y, en mi caso, esta se remonta a los años del réquetepum, porque yo tenía escasos cuatro o cinco años cuando mi papáme enseñóa leer ymimamáapro- visionó la casa de todo tipo dematerial de lectura. Me fascinó revivir aquellos días por- que, como he compartido muchas ve- ces conustedes,mi infancia y juventud fueron absolutamente fabulosas. Poca pantalla y mucha imaginación pobla- ban nuestros días. Recorrer el país era unaactividadrecurrenteyahorrarpa- ra comprar paquines, un hábito sema- nal. Y bueno, llegó la hora y arranqué a reunir todos aquellos retazosde textos que forman la pintura de mi vida. Re- cordé los cientos de cartas que alguna vez escribí a mis amigas, familiares y novios desde los destinos donde algu- na vez fui a estudiar. Visité nuevamen- te las páginas de mi “querido diario” (ojo, no éste, sino el libro rosado em- pastado, concandadito), enfin, viajéde aquí para allá y a los asistentes me los llevé en lamaleta conmigo. Cuando iba llegando al final de la charla empecé a leer las preguntas que entraban por el chat del Zoom. Eranmuchas. ¡Mepuse feliz! Pero, ocurrió que a la computadora le dio por “engalletarse”. Quise morir. Todo congelado. Respiré hondo, me concentré y, como buena hija demi pa- pá, activé el planB: entrar al Zoompor el celular. ¡Listo! Fueron solo un par de “ Me sentí muy importante, pues confirmé que no solo se mantuvieron despiertos sino que habían prestado atención. ” DEL DIARIO DE MAMÁ ELLAS ENTRE NOS Envía tus inquietudes y preguntas a: [email protected] minutos perdidos y ya el Powerpoint estabaen laúltima filmina.Mecostaba un poquito más de trabajo acceder a laspreguntaspues solopodíaverunaa la vez. Me preguntaron de todo, de to- do, de todo. Indagaron sobre mi proceso creati- vo al escribir,mi plato favorito en la co- cina, mi chef de preferencia, cómo ha- bía llegado la cocina a mi vida profe- sional, alguna frase de algún libro que recordara, qué autores me gustan. Queríansaber simegustamás cocinar oescribir.Esapreguntano lapudecon- testar. Hubo interrogantes relativa- mente fáciles de y otros ciertamente existenciales.Me sentímuy importan- te, pues confirmé que no solo se man- tuvieron despiertos sino que habían prestado atención. Son momentos como aquel los que nosrecuerdan la importanciademirar hacia la juventud con ojos de respeto. Porque repetimos que son el futuro, que de ellos depende el bienestar (y quizás la supervivencia) de la humani- dad, pero no siempre miramos a esos chicos a los ojos como los iguales que son. Y así fueron pasando diez, veinte, casi treintaminutosdepreguntasy lle- gó ladespedida, no sinunapromesade regresar. Y, ya me conocen, soy buena Muchacha Guía: “siempre lista”. Nue- vamente, gracias, Smart Academy.

RkJQdWJsaXNoZXIy Nzk3OTIx