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31 30.07.2021 ELLAS ENTRE NOS Envía tus inquietudes y preguntas a: [email protected] DEL DIARIO DE MAMÁ ¡LA DEJÉ! JULIETA DE DIEGO DE FÁBREGA L levo casi 20 años con mi computadora por- tátilpegadaalacaderacomounimplante.No memuevosinellaaningún lado. ¡ANINGÚN LADO! No siempre fue así. Inicialmente ve- níaconmigocuando los viajes eranal extran- jero y aún cuando las conexiones no eran tan fáciles ni expeditas como las de ahora, el tenerla me permitía -aunque fuera pagando “millones” de dólares para mandar artículos a tiempo-, completar proyectitos que tenía andando e incluso (como me ocurrió en el peregrinaje a Santiago) descubrir que había sido una idiota y que el aparato debía ser empaquetado y en- viado a un destino en el que pudiera recogerlo al ter- minar de caminar. Tonterías que uno hace. Consejoaparte: nuncacalculesuspesosal principio del día cuando está lleno de energías y si lo hace mul- tiplíquelos por tres antes de empacar sumochila. Analizando la situacióndebo concluir que había de- sarrollado una dependencia emocional del aparato. El solo saberquepodíaconectarmey resolver fácilmente cualquier inconveniente me daba tranquilidad. Eso, como se podrán imaginar, es relativamente bueno (lo de resolver) y relativamente malo. Malo, porque uno nunca logra desconectarse completamente del entor- no laboral y entonces el asunto de las vacaciones es purocuentochino. Además, al principiode los tiempos yo solía trabajar en mi computadora “grande”. Ya sa- ben, la que está en el escritorio con un teclado como Diosmandayunapantallaen laque sepuedever loque uno está haciendo, así es que antes de viajarme tocaba grabar en la viajera lo que yo pensaba que iba a ne- cesitar. Ya sé…muy ineficiente, pero qué les puedo de- cir. Estoy escribiendo este artículo porque quiero que “quede enacta” yasí recordarpara toda laeternidadel día queme atreví a viajar y dejarla en casa. ¿Qué tal? Y nosolouna, sinodosvecesseguiditas.Estohaocurrido exactamente el día 15 de julio de 2021. Con lamitadde latropadevisitantesnos fuimosaEl Valle de Antón y como el día antes se había cerrado el proyectoenelquetrabajaba, esdecir, sehabíadadopor terminado,meatreví aadejarlaencasa.Ynocreanque fueunadecisión fácil, no señor, lopensépor largo tiem- po y estuve a punto de tomar la mochila donde viaja y echármela al hombro, perome aguanté. Fui absolutamente feliz los tres días que estuvimos en El Valle, tanto así que el lunes 19, también de julio, cuando levamos anclas rumbo a Palenque, Colón, un sitio que visitaba por primera vez en mi vida, hice lo mismo. Y, entonces, fui doblemente feliz.Me remojé en ese mar Caribe sin preocupación alguna hasta que se me pusieron las manos viejitas como cuando era niña; jugué conmis nietos, miré para el techo, cociné un po- co, pero nomucho pues casi todo lo había cocinado an- tes de partir, en fin, me fui sin el implante y no me hizo falta para nada. No les puedo garantizar que este detox tenga resul- tados permanentes, pero fue bueno mientras duró y espero que sea una experiencia que pueda repetir. Mmm…¿a quién engaño? En verdad, lo dudo. “ Estoy escribiendo este artículo porque quiero que ‘quede en acta’ y así recordar para toda la eternidad el día que me atreví a viajar y dejarla en casa ”

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