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31 29.01.2021 POR LA BALBOA JULIETA DE DIEGO DE FÁBREGA E l otro día estaba viendo una película am- bientada en los años 60. Los carros… los ca- rros enormes, Dodge, Ford o Chevrolet do- minaban las calles, tenían motores de ocho cilindros y consumíancombustible a lamis- ma velocidad que uno come bolis en verano. A nadie le importaba realmente porque la gasolina costaba -quéseyo-, veinticincocentavosel galón, así es que si había que parar a llenar el tanque cada cinco minutos a nadie le molestaba porque el bolsillo no su- fría. ¿Qué hacíamos los domingos en la tarde? “Ir a dar vueltaspor laBalboa”. Esaera laafirmación literal que se intercambiaba en las líneas telefónicas de los jóve- nes que ya tenían licencia de conducir y recolectaban pasajeros para la aventura. Era común ver un carro conducidoporun joven(preferiblementeguapo) conel resto de los asientos disponibles, y los no disponibles también, ocupados por un combo ilimitado de mucha- chas, algunas veces “saliéndose por la ventana”. Y si eraverano, aquellasmelenas flotabanporambos lados del carro. Paradas técnicas, se hacían algunas, de repente en el Café Squirt, pero era corta porque lo divertido era “dar vueltas”. ¡Qué risa! Quiero aclarar que como ‘La Balboa’ teníaenesosdías solodos carrilesdecada lado era muy fácil “pillar” a cualquier personaje que andu- viera uno buscando entre los demás carros que deam- bulaban igual que uno. Es más, como no había tantos carros, o quizás no tantos muchachos a quienes sus padres se los prestaran para matar el tiempo y gastar combustible, uno los conocía todos. Así, era fácil encontraral personajede interés.Yase sabíaquepor logeneral salíaenelDatsunverdede tal y cualoenelCougarblancodealguienmásoenel ‘station wagon’ de latíaXYZ.Ladinámicaeraalgoasí: sedaban una o dos vueltas de reconocimiento con todos (o más bien todas) los pasajeros con los ojos bienpelados para divisar el auto que se buscaba. Una vez localizado, em- pezaba la gritadera… “da la vuelta allá adelante”, “ahí va…” “apúrate”, “pérate, perate, no te pegues tanto”. “¡Nooooooo! Coge para el otro lado”, “está sentado a la izquierda…” y luego con precisión matemática y a ve- locidad de “qué casualidad que nos encontramos por- que no te estoy correteando” se pasaba justo al lado y, comoquiennoquiere lacosa, unsaluditoentretímidoy coqueto. Dejado atrás el carro tan correteado ¡AHHHHHHHHH! Miles de gritos de parte de todo el mundo. Debo decirles que no siempre las muchachas éra- mos tan valientes como paramover lamanito en el su- sodichosaludo.Másdeunavez, llegadoelmomentodel ‘encuentro’, nos agachábamos hasta quedar práctica- mente acostadas en el piso del carro. ¡Quién ha visto tanta tontería!Nuestrashabilidades socialeseranmu- chomás limitadas, es lo único que seme ocurre. Sí, claro, entiendo que todo esto suena como una idiotez, pero en una época en que las salidas se con- tabilizabanennúmeros deundígitoalmes y conpapás omamás o ambos presentes en el destino, este rato de libertaderalomásgrandequeaunolepodíapasarenla semana.Y, pasara loquepasara, el domingosiguientea las tres de la tarde todos los teléfonos de la ciudad em- pezaban a sonar: “¿Vamos pa’ laBalboa?” “ Una vez localizado, empezaba la gritadera… ‘da la vuelta allá adelante’, ‘ahí va…’ ‘apúrate’, ‘pérate, ‘perate, no te pegues tanto’. ‘¡Nooooooo!’ ” DEL DIARIO DE MAMÁ ELLAS ENTRE NOS Envía tus inquietudes y preguntas a: [email protected]

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