ellas_2020_10_30

46 30.10.2020 ELLAS ESPECIAL CELESTE Envía tus inquietudes y preguntas a: [email protected] DETRÁS DEL MOSTRADOR LA ‘KITCHEN ROOMIE’ por: MARISSA SIU P ara muchos, estos meses han sido una opor- tunidad de tomar un descanso, inventar al- gún negocito y poner sus manos a la obra. Hemos presenciado cómo se han activado varias cocinas de casa. Entre galletas, bro- wnies y hello dollies , han salidopropuestas que amplían la oferta gastronómica con la que ya cuenta nuestro paísmulticultural. Una de ellas es mi vecina, quien empezó a vender pupusas. Un plato salvadoreño que sirve de desayuno, almuerzo, cena o snack . Son comouna arepa rellena en medio pero flat como una tortilla. Las había conocido cuando fui a El Salvador y veía pupuserías en cada es- quina. Allá las comen enteras con encurtido y salsa. Acá yo las corto en cuatro triángulos y los pongo en el centrode lamesa.Ytodos losviernesechamoscuentos y nos la comemos como si fueran picadas. Y así em- pezaron“LosViernesdePupusas”encasagraciasaLa Cocina deGava yPepi. Cada viernes que subíamos a buscarlas, veíamos a la vecina más ajetreada. Llegó el momento en que la cocina de su apartamento y las dos manos que aplau- dían laspupusasnosedabanabasto.Por insistenciade minovio,ellaterminóvisitandolacocinademinegocio. Ydespués, dedefinir variospuntos, ¡teníaunaKitchen Roomie! Les confieso que al principio, dudé si quería darle acceso a mi cocina, a mis cosas. Si quería tener a una intrusa; todos los días en mi segundo hogar. Llevo va- rios años manejando la cocina a mi gusto. Y tener a alguien que solo conozco como; la vecina, la esposa del señorque seestacionaa lado, lamamádel niñoconque jugaste una vez en el elevador; me daba un poco de in- quietud. ¿Y si esa mujer que se ve buena gente resulta no ser tan buena gente? Así queme dije: voy a hacer un acuerdo por escrito. No sólo incluiría la parte monetaria de alquiler, pero tambiénlasresponsabilidades,accesos,reparticiónde gastos en común, uso del equipo, entre otros. Cuando se lomandé, pensé que se asustaría. Peromás bienme hizo comentarios para afinarlo. Ypor si acaso, solo por si acaso, ese acuerdo se convirtió en un contrato. ¿Por qué un contrato? Porque allí queda todo lo acordado plasmado en papel. Mañana, no quiero pe- learme con la vecina por algún desacuerdo o por pla- ta. Negocio es negocio. Y amistad es amistad. Aunque mi sexto sentido me decía que esto resultaría, no po- demosmanejar un negocio con base en impulsos. Yasí es.Yadespuésdemásdedosmesesdeconvivir conmi kitchen roomie , puedo decir que nos hemos ayu- dado a sobrevivir estapandemia. No sólo enel aliviode tener con quién repartir gastos, también en el apoyo moral y alegrar el día a día. Ella me asusta para diver- tirse y yo le canto y aplaudo [las que alguna vez han visto cómo se hace una pupusa, me entenderán] cuan- do veo que le faltan ánimos. Aún no nos hemos peleado peleado, pero hemos te- nido nuestrosmomentos de “nome hables en estemo- mento”. Pero así es con los que he convivido de cerca. Lo bueno es saber respetar ese espacio. Y saber cuán- do la otra persona necesita un consejo, un susto o un aplauso. Todosestamosbatallandoparasalirdeestacrisis.Y quizás podría pasarme 12 horas al día horneando para sobrevivir y podermantener el negocio a flote. Pero he aprendido que es más fácil salir de esta remando en equipo que yo sola enmi barquito. La autora es propietaria de Sano Pecado “ Después de más de dos meses de convivir con mi Kitchen Roomie, puedo decir que nos hemos ayudado a sobrevivir esta pandemia. ”

RkJQdWJsaXNoZXIy Nzk3OTIx