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34 3.12.2021 ELLAS ENTRE NOS Envía tus inquietudes y preguntas a: [email protected] DEL DIARIO DE MAMÁ ANA Y EL ‘TURDUCKEN’ JULIETA DE DIEGO DE FÁBREGA U stedes me conocen bien. Llevamos mu- chos años compartiendoanécdotas, cuen- tos, chismes, imaginarios, eventos fami- liares y cualquier otra cosa que seme ocu- rra al momento de posar la vista sobre la pantallademi computadorao enel semáforode laAve. Federico Boyd y Vía España. Ese punto es especial- mente inspirador. ¡Vaya usted a saber por qué! Quizás porque a la vera está la Iglesia del Carmen, primer templo en el que conocí estatuas de ángeles y algunos secretos de mi padre, sin dejar por fuera las misas conmantilla a las que acompañaba ami abuela y la monedita de diez centavos que me daba para echar en la limosna. Seguida por otra que se reservaba para el señorqueesperabasiempreen lamismaesquinitaal lado izquierdo del espacio cubierto a la salida. Recos- tado siempre sobre lamisma columna, con sumuleta a un lado porque le faltaba una pierna. Estaretahílapararecordarlesqueciertas imágenes o casi todas suelen llevarme de viaje a los lugares más extraños del universo. Y muchos de ellos no son ni si- quiera destinos físicos, sino sensaciones. Así me fun- ciona lamente.Yloraroesque, como leshecomentado miles de veces, tengo un olfato muy deficiente, por no decirnulo,perosonmuchos losaromas,portenuesque sean, los queme hacen viajar. Vuelvo al tema, que no les dicho cuál es, por cierto. Es un viaje, supongo que eso ya lo concluyeron. Esta- mos en la semana del “Sangibin”, Thanksgiving bien dicho, de la fiestadeAccióndeGracias, delDíadelPavo que son uno y el mismo. Ya saben, la misma chola con distinta pollera. Saben también porque se los he dicho que no celebro esta fiesta. ¡Uy!,me estoydando cuenta que loúnicoquenosabendemi vidaesqué llevopuesto en este instante, pues todo lo demás ya ha sido dicho. En blanco y negro. Regreso. A pesar de que este año, al igual que el an- terior y el anterior y el anterior, en esta cocina no se horneó pavo, tengo bien claro aquellas en quemi mesa se vistió de otoño. Fundamentalmente, en aquellos años dos o tres en que tenía personajes norteameri- canos en casa y no puede uno hospedarlos y no cele- brarles su fiesta más importante. Y cada vez que re- cuerdoesospavitosmevisitael ‘turducken’,aquelpavo deshuesadoquedentrollevaunpatodeshuesadoymás adentro un pollito deshuesado, cubierto todo con una buena porción de relleno para poder coser el ave y de- jarla como si no hubiese sido destripada por Jack, el de Londres. El nombre viene de turkey , duck y chicken yno ceso de preguntarme cómo se diría en nuestra lengua castellana ¿papallo? ¿papapo? Esteproyectometomócomounasemanadetrabajo pues fui deshuesando y congelando las aves con an- terioridadparano tenerque levantarmea las tresde la madrugada el día del pavo. El reto surgió de sendas conversaciones que habíamos tenido la célebre Ana Alfaro y yo acerca de completar el proyecto juntas. Pe- ro la vida fue pasando y Ana tenía su horario/calen- dariopropio, el cual no siempre coincidía conelmíoasí es queme eché al agua sin ella. Quedó bueno, para qué mentirles. ¿Lo repetiría?No lo sé. Lo que sí sé es que cada año en Acción de Gracias, cuando veo los cientos de pavos que otros preparan, decoran y degustan, recuerdo a mi amiga Anita, esa que fuecomo ledio lagana, quetempranose libróde los pelos en la lengua y que enmás de una ocasiónme des- pertó a medianoche para contarme algo que en el ca- mino de marcar mi teléfono se le olvidó. No te olvido Ana, ni al turducken. “ ¡Uy!, me estoy dando cuenta que lo único que no saben de mi vida es qué llevo puesto en este instante, pues todo lo demás ya ha sido dicho . ”

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