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37 19.11.2021 ELLAS ENTRE NOS Envía tus inquietudes y preguntas a: [email protected] DETRÁS DEL MOSTRADOR Y LLEGÓ LA HORA DE LO ESPERADO por: MARISSA SIU L levaba más de año y medio chifeando al covid, igual que mis colaboradores. Alcohol, distancia, lavado demanosyahora, ¡dobleble- mente vacunada! Un viernes fui a la boda de mi pri- mo.Uneventochicocontodos los in- vitados vacunados. A las 11:00 p.m. ya estaba enpijama. Al siguientedía salimos los primos “jóvenes” con los que vinieron de afuera. Comimos y jugamos charadas con un twist y tri- via de primos contra primas. Y obvio que, en familia, bajé la guardia. Me quité la mascarilla por que no me escuchaban y yo quería ganar esa trivia. El martes en la tarde empecé a sentir cansancio. Me dolía el cuerpo como si fuera a darme un trancazo. Me fui temprano del trabajo y dije que descansaría al día siguiente. Normalmente se me pasa en un día. El miércoles dormí casi todo el día. El juevesme paré aún cansada y con la garganta irritada. No era normal. Pregunté a mis primos si alguien más se sentía mal. Y varios dijeron tener síntomas desde el martes. Fui a hacerme el hisopado y me regresé a casa a dormir. Cinco horas después me llegó el correo. Negativo. ¡Salté a bailar! A los seis segundos sonóel celular. Era el laboratorio. Volvieron a examinar mi muestra por que había dije que tenía síntomas y salió positivo. ¡Oh no! Aencuarentenarme. Lo bueno es que antes había tra- bajado a distancia con mi equipo. ¿Recuerdan? Cuando Babu estuvo delicado y necesitaba compañía. Solo que en esa ocasión, podía pa- sar a la oficina. Primero, corroboréqueelequipo estuvieran bien. Una vez sus resul- tadosdehisopado fueronnegativos seguimos adistancia. Probaronha- cer tareas que antes hacían con mi ayuda. ¿Y en casa? Mi novio seguía sin síntomas. Se puso en en cuarente- naysemudódecuarto.Parael vier- nes yame sentíamejor. Pero seguía la carraspera en la garganta. Falta- ba más de una semana de cuaren- tena. Yo había adoptado unperrito, re- cién, que se había acostumbrado a pasear en el Parque Omar. Romeo estuvo bien. Feliz de tenernos para sobarlo y jugar con él. Entre amigos, familia y los con- serjes del edificio, sobrevivimos. Todos los días recibimos gestos de cariño: churros, lasagnas, orejitas, emparedados, guacho, galletas, flo- res, tés… hasta un supermercado. Cada vez que el conserje tocaba la puerta nos emocionábamos. Me acostumbre a vivir en pijama. Bañarme y cambiarme de pijama. A despertarmástarde.Aver lasseries de Netflix que no había visto. A co- cinar platos que necesitaban más tiempo. ¿Quería volver a la normalidad? La mitad de mí no. Disfrutaba des- cansar y recibir obsequios. Pero la otra mitad sí. Extrañaba ver gente, queríavolveral gimnasio, queríaen- trar al supermercado y visitarlo pa- sillo por pasillo. Agradezco que no me dio fuerte. Minegociosiguiósinmipresencia.Y no fui al hospital. ¿Fue gracias a mi sistema inmune? ¿por la vacuna? ¿O unamezcla de ambos? No sé. Si sé que gracias a las per- sonas que me rodearon de lejitos, fueunaexperienciamásamena.Mis días no fueron de encierro, más bien de alegría. “ En familia, bajé la guardia. Me quité la mascarilla por que ¡yo quería ganar esa trivia! ”

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