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32 27.08.2021 ELLAS ENTRE NOS Envía tus inquietudes y preguntas a: [email protected] DETRÁS DEL MOSTRADOR BÁJALE DOS por: MARISSA SIU A cepto que soy de esas personas que siempre tiene que estar haciendo al- go. En mi negocio quiero estar pen- diente de todo y que salga justo como quiero. Soy un poquito intensa, di- rían algunos. Despuésdevivirenelmismo lugardesdeque nací, decidí mudarme a un apartamento. Este tiene un buen par de años, pero me encantó su distribucióndeespacioyubicación.Soloreque- ría un par de arreglitos. Le confié toda la obra a mi súper handyman Ancizar [así le digo yo, pero él es mucho más]. Hace unos cinco años una clienta me lo reco- mendópor un tema eléctrico. Ycuento corto: él hace cualquiermantenimiento y reparación de mi tienda y mi casa. Terminó trabajando con varias amigas: Carla que es arquitecta; Teyra que administra edificios y con Bea en su nego- cio. Sí, entre cuatromujeres (sin contar a su es- posa) mantenemos a Ancizar bastante ocupa- do. Apenas me dieron la llave del apartamento se lo encomendé. Le mostré lo que quería y le dije que lo dejara como si fuera suyo. Una vez que le confiémi nuevohogar, decidí que solopa- saría una o dos veces a la semana. Le hacía una listita con los pendientes que íbamos tachan- do. Por otro lado, en casa tenía ami fiel amigo de cuatro patas y 14 años, Babu. Nos forzábamos por caminar así fuera una vuelta a la cuadra, aunque nos tomara casi una hora. Al mudarme, logramos salir un par de veces. Pensé que sin escaleras todo iba amejorar para Babu. Pero sus piernas y su mente, rápido, se iban deteriorando. Decidí que era hora de que- darme en casa con él.Me trajemi computadora y me puse en modo de teletrabajo. Algo que no había hecho en toda esta pandemia. Estoy acostumbrada a estar la mayor parte del tiempo de pie,metiendo lasmanos en lama- sa, viendo los clientes entrar y salir, asegurán- dome de que sean atendidos bajo mis estánda- res. Y al tener que hacer todo a través de una computadoramehizoconfiarmásenmi equipo. Solté mi obsesión compulsiva de estar allí. Ce- rré los ojos yme dije: 'ellos pueden'. Me di cuenta de que lo lograron. Y lo hacían más que bien. Babu ya está en el arcoiris esperándome con su sonrisa de siempre paseando una botella de plástico en su boca. Yo estoy de regreso en la oficina. Mi puerta siempre está abierta. Regresamos a los días en que entran a preguntarme cualquier cosita. Hasta esas para las que ellos, en el fondo, saben la respuesta. Yo cierro los ojos, respiro y digo con una sonrisa: “Usted se sabe la respuesta y usted puede”. “ Solté mi obsesión compulsiva de estar allí. Cerré los ojos y me dije: 'ellos pueden'. ” Y CONFÍA

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