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35 16.07.2021 UNO MÁS JULIETA DE DIEGO DE FÁBREGA C ada semana, cuando me siento a escribir el textoquedebomandaralarevista Ellas, me quedo mirando fijamente la pantalla de la computadorae inexorablementemevienea la mente esa pregunta que lleva muchos años torturándome: ¿tienes un artículo más en el bu- che? Es más, no solo me visita cuando llega la hora de producir el texto sino también cualquiermartesmien- tras estoy en mi cama mirando al techo o un jueves mientras disfruto del Parque Omar desde mi balcón o en cualquier otro momento en que mi mente esté me- dianamente desocupada y tenga espacio para pensa- mientos necios. No es laprimera vez que les hablodel tema, perome he dado cuenta de que con el correr del tiempo las sen- saciones varían. Los ahogos son, en ocasionesmás lar- gosyenotrasmáscortos;el sustoavecescortitoyotros días largo, largo, largo. Supongo yo que estas variacio- nes son producto básicamente de dos factores: el pri- mero, losañosque llevoescribiendoestacolumna—25 cumplidos en diciembre 2020— y segundo, los años que he sumado a mi calendario. Como ven, el factor común son los años. Obviamente, amedida que pasa el tiempo y aumen- ta la edad de la persona uno empieza a preocuparse porque el cuerpo parece ponerse en huelga para cier- tas cosas y ni se diga de la mente que cada vez solicita más permisos extraordinarios para irse de vacacio- nes. En estos momentos, conviene comparar figuritas con personas que vayan aproximadamente por el mis- mo punto del camino. Así, es posible que un amigo te diga que no puede seguir caminando en el Parque Omar porque sus rodillas no toleran bien las lomas y, como a ti esa parte del cuerpo aún no te ha protestado, procedes a sentirte afortunado. Por otro lado, es po- sible que te cause enorme frustración no poder ense- ñarle a uno de tus nietos aquella poesía que de niña y jovencita recitabas comoun trenbala sin cancanear ni perder una coma. Estascomparaciones, comohedicho, puedensubir- te o bajarte el estado de ánimo. Las que generalmente te lo bajan son aquellas que hacemos con nuestra pro- pia situación en años pasados. Esasmejor ni recordar- las pues es casi seguro que hace diez o quince años po- díamos hacer ochocientas cosas más de las que pode- moshacerahora.Nos subíamos fácilmenteaunárbol a cosechar mangos, o saltábamos soga, manteníamos el hula hoop dando vueltas alrededor de la cintura por horasynuestrocuerpoeracapazdedeshacersedecin- co libras en cincominutos. Honestamente es la última la que más extraño ya que ahora lo único que logro es aumentar cinco libras en cincominutos. ¡Qué cinco, en uno! Frente a estos panoramas he optado por lo siguien- te: cuando me quiere dar el dolor de barriga me tra- slado a mi adorado Camino de Santiago y revivo aquel famoso tramo de treinta y dos kilómetros entre Ven- tosa y Santo Domingo de la Calzada. Aquel en que, de verdad, verdad, pensé que no llegaba y ante el miedo el cansancio y la frustración mantuve la vista hacia ade- lante y pedí a la Virgen y todos los santos que me ayu- daranadar “unpasomás”. “Unomás” pedí decenas de veces hasta que me vi finalmente frente al albergue y concluyo que frente a mi pantalla puedo hacer lo mis- moysencillamentepedir“unomás”.Hastaahoranose me ha negado ese artículo adicional que necesito para completar la semana. Vivo agradecida. “ Nuestro cuerpo era capaz de deshacerse de cinco libras en cinco minutos. Ahora lo único que logro es aumentar cinco libras en cinco minutos ” ELLAS ENTRE NOS Envía tus inquietudes y preguntas a: [email protected] DEL DIARIO DE MAMÁ

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