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8 27.11.2020 CAFÉ CON TECLAS ELLAS.pa [email protected] @cafeconteclas AQUÍ PENSANDO EN VOZ ALTA… O MEJOR DICHO, SOBRE EL TECLADO. SARITA ESSES D e pronto, el mundo se con- virtió en un ring de boxeo. De un lado, se encuentra unaopinión,postura,creen- cia y filosofía. Del otro, to- das lasdemás. Adentro, como hormigas frenéticas, cada persona jalando para su lado, ti- rando puños y vociferando. No sé cuándo el planeta se convirtió en un vecindario tan hostil y problemá- tico. Hace unas semanas, después de las elecciones enEstadosUnidos, compar- tí unahistoria en Instagramsondeando quién creían mis seguidores que iba a ganar la reñida contienda. Puseuna ca- rita feliz al lado del nombre de Trump, y una carita refunfuñando al lado de Bi- den. Al rato, me llegó un mensaje de un desconocido. “¿Carita feliz a Trump?”, me preguntó, a lo que respondí: “Sí”, conun emoji. “Listo, ¡ya te di unfollow !”, me con- testó. Les digo la verdad, si alguien me quiere dar unfollow , que lo haga. Mi cuentade Instagramtampocoes unae- ropuerto, así que no hace falta que me anuncien las salidas. Lo que no entien- do es qué pasó con dialogar, entender, empatizar. ¿Simpatizar con un partido político desmerita todo lo demás que soy o puedo aportar? ¿Esome anula? Mi ejemplo es solo una gota en un vasto océano de intransigencia, que va rebasando sus límites naturales y arra- sa tierra adentro. ¿Por qué es taaaan difícil entender que todos podemos tener puntos de vista diferentes, incluso defenderlos con fervor, pero sin olvidar que las pos- turas ajenas pueden ser igual de váli- das? De hecho, escuchar las otras pue- de enriquecer las propias. La maravilla de los seres humanos está en nuestra pluralidad. No somos robots ni salimos de una factoría. So- mos distintos en nuestras creencias, pero iguales ennuestra esencia. Ya he escrito de esto antes, pero aún no lo supero. Responsabilizo en gran parte al vertedero ambiguo que son las redes sociales, megáfonos que amplifi- canperodistorsionan todo. Eso, y lacri- sis que nos aqueja como personas. La semana pasada, mi sobrina com- partió en el family chat un video de la fiesta de su boda. Hace 11 años, todos nos veíamos tan contentos y despreo- cupados. Los comentarios no demora- ron en aparecer y abundaron las excla- maciones de “¡Parece que fue ayer!”, al recordar ese momento tan grato, y “Wow, ¡cómo ha pasado el tiempo!” al contrastar la cara de inocencia que te- níaneneseentoncesquienesahorason jóvenes adultos en nuestra familia. Al final, alguien escribió: “Todos se ven tan contentos y felices. No sé si la vida antes eramenos complicada o qué”. Aunque es probable que en ese bre- ve video más de uno estaba bajo los efectos del alcohol, y sinduda ahora to- dos estamos subyugados por la pande- mia, creo que el mundo sigue siendo el mismo.Contribulaciones,fenómenosy pandemias. Creo que complicados nos hemos vueltonosotros.

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