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34 16.10.2020 RELATOS ELLAS ESPECIAL ROSA Gracias por abrir un espacio para que po- damos contar nuestra experiencia sobre el cáncer. Hace dos años me diagnosticaron cáncer de seno, y lo primero que me vino a la men- te fue: “¿por qué a mí?, si no le hago daño a nadie”. Aun así, decidí asumir la situación ya que tengo un hijo pequeño, que en ese enton- ces tenía 8 años. Una de las cosas que pa- saba por mi mente era quién lo cuidaría y que yo le iba hacer mucha falta. Cuando inicié la quimioterapia, no fue na- da agradable. No le deseo a nadie que pase por tantos cambios físicos y emocionales. Ni hablar de cuando me realizaron la mas- tectomía, oré hasta el último momento para que no me lo quitaran. No fue así. Pero cuando me levanté una mañana para que mi hijo se alistara para el colegio, me miré al espejo y me dije: “me falta un seno, pero estoy viendo a mi hijo ir a la escuela”, y tengo la oportunidad de seguir avanzando y de ver a mis familiares y amistades. Así que, para adelante. Y finalmente una radiación como parte del proceso para com- batir el cáncer. Durante el tiempo que me hacía la quimio, vi en una ocasión la película 90mi- nutos en el cielo . Al terminarla comprendí que había un propósito, que no es que Dios me enfermó, pero que sí estaría conmigo en cada etapa de este largo proceso. Y esta experiencia como entendí, me permitió ayudar a otras personas que están pasando por la misma situación. También me ha hecho una mujer más fuerte mi- rando hacia adelante, emprendiendo, y sobre todo con una fe grande creyen- do que todo es posible y que si cree- mos podemos ver más de lo que pudié- ramos esperar. Cada situación que pasamos, su resul- tado dependerá de cómo la tomemos. Le doy gracias a Dios. Ahora suelo de- cir que cumplo 40 y 2, los de estar en la tierra y los que Dios me ha dado de más para emprender y vivir una vida feliz, alegre, agradecida en todo mo- mento. Gracias a todas las personas que estu- vieron conmigo durante todo este pro- ceso. ‘NUNCADEJENDEPERSISTIRENSUSALUD’ María Guadalupe Ordóñez A diferencia de otras personas a las cuales se le han diagnosticado cán- cer de mama, a mí me fue un tanto diferente: presenté dolores en la ma- ma derecha. Muchas personas opinan que el cán- cer es indoloro, pero considero que cada experiencia es distinta. Dios permite que algunas veces estas co- sas sucedan para darnos una voz de alerta y permitirnos reflexionar so- bre cómo estamos llevando nuestras vidas, meditar y tratar de mejorar. Recuerdo que cuando fui a mi cita con el cirujano general, le había so- licitado insistentemente un ultraso- nido de mamas. Cuando llegué a su consultorio y él observó los resulta- dos, me dijo algo que nunca voy a ol- vidar: “te aparecieron unos quistesi- tos, pero no debe ser nada malo, pues siempre los hay. Te recomiendo que vayas a otro cirujano para una segunda opinión”. Así mismo hice. Saqué cita con otro cirujano, quien al ver los resultados me recomendó to- mar un medicamento para el dolor, que no tomé porque mi estómago no lo tolera. Después de un mes saqué cita y le dije que mi seno me continuaba do- liendo, y fue en ese instante que de- cidió intervenirme. Para no alargarles la historia, des- pués de la operación, los resultados no me fueron revelados por el doctor que me operó, sino por una doctora que no quería decirme al principio por no haber sido ella quien me había operado. Le imploré que me dijera. El resultado había salido positivo y te- nía cáncer. Quedé muda. Con los resultados me fui sola al Complejo del Seguro So- cial. No me querían atender, eran las 3:45 p.m. y cierran a las 4:00 p.m. Gra- cias a Dios un alma caritativa me oyó y me atendieron. Después llevé la biopsia y la carta de autorización del Seguro al Instituto Oncológico Nacio- nal. Además de todas las tristezas que hay en el corazón y en el alma cuando tie- nes este tipo de diagnóstico, otra de las cosas más duras fue atenderme con un doctor que no tenía química conmigo. Tuve que pedir que me asig- naran otro. Así comenzó todo. Tenía que ir a mis citas y levantarme a las 3:00 a.m. para llegar a las 4:00 a.m. al hospital y formar a esa hora una fila larguísima. Veía rostros agobiados por el cansancio y la enfermedad que me tocaban hasta el alma. A las 9:00 a.m. bajaban los doctores a atender- nos, pues antes visitaban las salas de los pacientes hospitalizados. Muchas veces quedábamos parados largas horas. Algunos salíamos a las 12 del mediodía. Otras veces a la 1 de la tarde. De allí, a pesar del cansancio, me iba a trabajar para salir a las 5 de la tarde, y aguantar el tranque para mi casa de hasta una hora y media. A veces más. La atención en el Oncológico es exce- lente. Tienen muchos entes externos que colaboran, apoyan y lo ayudan a sostenerse. Nunca olvidaré a la seño- ra Martha Stella, quien llegaba con una infinita energía, atenta y preocu- pada por cada detalle del hospital. Un angelito que nos dejó un profundo va- cío, pero a quien Dios ya tiene en la gloria. Solo me resta decirles que “Dios es ex- celentemente bueno”. Mi mensaje pa- ra todos los que están luchando con- tra esta enfermedad es que no desma- yen y que tengan fe, como dice la Bi- blia, aunque sea pequeña como un granito de mostaza. Nunca dejen de persistir sobre su salud, ustedes son sus primeros doctores. ‘CADASITUACIÓNQUE PASAMOS, SU RESULTADODEPENDERÁ DECÓMOLOTOMEMOS’ Alma Cecilia Amado Hall

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