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38 25.09.2020 ´SISTIFAI´ JULIETA DE DIEGO DE FÁBREGA D ado que estamos en tiempos de pandemia, ‘deliribi’ yotrosanimales, semeocurreque en lugar de cumplir hoy sesenta y cinco años en español, ‘sixty five’, en inglés, o en cualquier otro idioma, puedo cumplir en espanglish, una de las lenguas preferidas de los pana- meños, entre los cualesme incluyo. Acabo de respirar hondo. Se me hace que son mu- chos y el suspiro es porque ni cuenta me di en qué mo- mento transcurrieron.Nomequejo, todosmehangus- tado. Unosmás que otros, claro, pero eso no quiere de- cir que siento deseos de borrar ninguno del libro demi vida. Es más, creo que a “los malos” los quiero más. Fueronmejoresmaestros.Igualqueocurríaenloscen- trosde estudio: eranaquellosprofesoresmás jodidos y estrictos de los quemás se aprendía. ¿Qué puedo contarles de estos primeros sesenta y cinco? Dudo si debo empezar por el principio o por el final. ¿Qué tal en la mitad? En los treinta y dos y me- dio. Corría 1987yyo ibaempezandito lacrisispolíticade aquellos años terminando con mi segunda tanda de hijos.Nofue fácil cuidarbebés justoentreVíaEspañay Calle50(aunacuadradecadaavenida) con losvapores de bombas lacrimógenas y demás ocurrencias, pero lo logramos. Un año después estaríamos en Costa Rica, regresando a casa justo para las elecciones y así poder vivir lo que se ha bautizado como “la invasión”. En retrospectiva éramos jóvenes, y jurábamos que sabíamosmucho. Así suele ocurrir con las edades: uno siempre piensa que vive en la quemás se sabe. Es pro- bable que sea cierto pues a los dieciocho sabemosmás que a los diez y a las cuarenta más que a los dieciocho, aunque nos quede todavía mucho por aprender. ¡Qué importa! A fin de cuentas, algo de seguridad en uno mismohayque tener en cadamomentode la vida, de lo contrario jamás tendríamos lavalentía suficientepara avanzar. Nome avergüenza contarles que amémi niñez y ju- ventud y que si ocasionalmente me ataca la nostalgia por algún tiempo vivido es por aquellos años. No me ofusco pues quién ha dicho que solo a los diez años po- demos zambullirnos en un río o colgarnos de una liana o salir a patinar. No hay ley que prohíba a los adultos hacer eso, además de atrapar cigarras, sentarse en la rama de un árbol, correr por el campo, chorrearse co- miendo mangos y bañarse en el aguacero. Alguien tie- ne que enseñarles a los niños de hoy, antes de que sea muy tarde, que generen sus propias memorias de in- fancia. Hablando de gentes, extraño a quienes se han ido, algunos cuando les tocaba, otros antes de tiempo, sin embargo, en mi universo todos perviven, me acompa- ñan e incluso, ocasionalmente, me aconsejan. Solo de- saparece quien se olvida y yo, para ciertas cosas, tengo muy buenamemoria. Y, por cada ausencia, el universo nos regala una nueva presencia, no olviden eso. Hoy lacelebraciónserádistintaa las otras sesentay cuatro, aunque en realidad cada una ha tenido perso- nalidad propia. Habrá distancia física con quienes me gusta tener cerca, más sé que no estaránmuy alejados de mi corazón. Así son las cosas. Y, aunque hoy sé más que ayer, seguramentemañana sabrémuchomás. “ Es más, creo que a “los malos” los quiero más. Fueron mejores maestros. Igual que en los centros de estudio: eran aquellos profesores más jodidos y estrictos de los que más se aprendía. ” DEL DIARIO DE MAMÁ ELLAS ENTRE NOS Envía tus inquietudes y preguntas a: [email protected]

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