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10 25.09.2020 POR LA SOMBRITA ELLAS.pa [email protected] QUE LE QUEDE GRANDE CUANDO SE TRATA DE ROPA DE NIÑOS, PIENSA EN GRANDE Y ACERTARÁS. CASI SIEMPRE. ROXANAMUÑOZ C larito recuerdo el uniforme de educación físi- ca quemamáme compró el primer año de la escuela secundaria. Sería el que usaría los si- guientescincoaños. Noera la clásica camisadepoplin sinman- gas, ni el short rojo de elástico. En el IJA, el InstitutoJustoArosemena,hacíamosgimnasiaenunen- terizo blanco que se abotonaba por delante e incluía un short conelásticoyunafaldablancaquesesuperponía. Sí, ¡blanco para dar educación física! ¿Habrá lavado ropa aquel que propuso esa idea? Mucho jabón rocío y horas de remojo se necesitaba para mantenerlo impe- cable. Como iba diciendo, me compraron el uniforme más grande que había. Recuerdo haberlo cosido y recogido porvarios ladosparaquemeajustaramásomenosbien. Y la faldita amí me quedaba casi tan larga como la de la escuela. Aquello fueexageradohastaparamimamá. Ellasolía comprarnoslaropagrande.Decíaquecuandosetrataba de niños había que anticipar que crecerían. Era una lás- timaquese lesquedaradeunavez. Cuandomellegóelturnodesermamáabracéesema- nual. Desde que salí embarazada compré solo ropa de bebédeseismesesenadelante. Todo el mundome decía que esa ropita de cero a tres meses se le quedaba a los días. Eso no me iba a pasar. Ilusa,me jactabayo. La vida, como siempre, me hizo una pacheca. Mi hija naciódemenos de cuatro libras. Hasta en los bebecrece de newborn (reciénnacido) flotaba. Perodespuéscreció,ymucho.Entoncesmesentífeliz dehaber compradotodograndeyde tenermuchasami- gas que pensaban igual que yo. La cosa es que casi no tuvequecomprarleropacomohasta losdosaños. Aunqueavecesexageroyloszapatoslequedancomo de payasita. Ya he aprendido que si usa los zapatosmuy grandessetropiezaycae.Peromiren,laszapatillasquele compramosenmarzoyano lequedan. ¡Snif! Medaundolor terriblever que se lequeda tan rápido la ropa. Por suerte, tiene varias primitas detrás que van heredando. Repito, sé que a veces exagero. Carlos me llega aquí orgullosoconunvestidodelatalladelaniñayledigo:‘esa talla no es’. Y él me dice: ‘es talla cinco y ella tiene cinco años’. Yyoniego con la cabeza y lomiro conmis ojos de: “Te falta calle”. Le explico que la ropa grande se puede recoger,peroconlaropachicanohaynadaquehacer.Yél memira como que si yo viviera en un cuento de Charles Dickens, dondetodoesescasoyremendado. Así que mientras él le compra vestidos hermosos y ajustados, yo le compro ropa casual holgada y que tiene un pincita escondida por algún lado. Cuando mi hija me dice ‘¡me aprieta!’ Vengo yo y suelto la pinza. Mi peque- ñita vuelve a respirar y, por unos segundos, me siento la mujermás listademi barriada. Claroque losoy.

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