ellas_2020_09_11

8 11.09.2020 [email protected] @cafeconteclas SARITA ESSES O tra vez más el señor salía de la tienda con una tarjeta para ha- cer llamadasensusásperasma- nos.Loscelularesaúneranunlu- jo y los teléfonos públicos toda- vía eran centinelas en las esqui- nasdecadacuadra. Todas lassemanas, sinfalta, el buenhom- breentrabaa latiendadeelectrónica, ycada vez, sin falta, comprabauna tarjetade 10mi- nutosparahacer llamadas. El dependiente que todos los viernes lo veía entrar y salir estaba curioso, pero para no pecar de entrometido -o al menos para queno senotara-, undíaoptópor seguirlo: a ver qué hacía, a quién llamaba, o a dónde se dirigía. El hombre, de vestimenta modesta y ca- minar pausado, entró a la cabina telefónica máscercana. Levantó el auricular, y marcó el número que tenía garabateado en la pequeña libreta quesacódesubolsillo. “Buenos días, soy jardinero. ¿Necesitan jardinero?”, dijo a la voz que respondió del otro lado. Escuchó en silencio unosmomen- tos, dio lasgraciasycerró. Prosiguió con el siguiente número. Una vezmásofreciósusservicioscomojardinero, ynuevamenteencogiósushombrosantesde colgarel auricular. Unatrasotrafuepasandolaspáginasaja- das y haciendo llamadas, hasta que consu- mió los 10minutos, o tal vez agotó todos los númerosensu libreta. El dependiente del almacén sintió pena por el jardinero. Por eso, a lasiguientesema- na, cuando el jardinero fue a la tienda, se le acercóy lepreguntósi lopodíaayudar enal- go. “¿Estábuscandotrabajo?”, ledijo. “No, yatengotrabajo”, repuso. “Disculpe,noquieroserindiscreto,perola semana pasada lo escuché al teléfono, pi- diendo empleo”, insistió el vendedor, tratan- dodenoapenarlo. “Ahhh, ¿eso?”, se apresuró en aclarar el otro. “Yo tengo trabajo. Soyun jardinero. To- dasesaspersonasquellamésonmisclientes, quienesmepaganbienpormisservicios”. Al ver la cara de confusión del vendedor, añadió:“Mepaganatiempoydeformajusta, pero nunca, ni una sola vez, alguno de mis clientesmehadadolasgraciasporuntrabajo bien hecho, un jardín bien cuidado, o por ha- cer que florezcan sus patios. Por eso los lla- mo.Claro,nolesdigoquesoyyo,perolespre- gunto si necesitan un jardinero. Todos me contestanqueno, quegracias, queya tienen unoyqueesexcelente. Los llamoporquene- cesitooíreso”. Les comparto esta linda historia tal como le fue narrada al rabinoAri Wiesenfeld y que me llegó por un chat al que me suscribí por Whatsapp. Megustóporqueme recordóquepagar y valorarnoeslomismo.Deciertaformatodos somos el jardinero, sedientos por sentir el aprecio de los demás, no solo en el trabajo, sinoennuestrodíaadía. CAFÉ CON TECLAS ELLAS.pa EL JARDINERO ¿LE PAGAMOS BIEN A LOS DEMÁS?

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