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32 11.09.2020 ELLAS ENTRE NOS Envía tus inquietudes y preguntas a: [email protected] DETRÁS DEL MOSTRADOR SOBRE EL PATÍN DE LA TECNOLOGÍA por: MARISSA SIU L a cuarentena nos llegó de un golpe. Los ne- gocios nos tuvimos que subir al patín de la tecnología para no quedarnos atrás. Y todo esto manteniendo el mínimo de personal y tratando que todos estuviéramos el menor tiempo posible expuestos a otros contactos. Me salvé gracias a que tengo una clientela fuerte y, que por cierto, me sigue en Instagram. Cuando cerré las puertas de la tienda, todo era por DM y What- sApp. Creémimecanismoparaqueno seme fueranin- gún pedido por chatear con varios clientes a la vez. Y así nos fuimos los primerosmeses. Llegó elmomento enque estabamás de lamitaddel día chateando, apuntando pedidos y organizando a Juan, nuestro mensajero, para que también estuviera el menor tiempo expuesto en la calle. Tuve que decir ¡basta! Ni las respuestas automáticas de WhatsApp o de Instagramme iban a resolver. Me puse a buscar aplicaciones para incluir mi me- nú. No me llamaba la atención ningún marketplace de los cuales vemos susmotorizados como locos en nues- tras calles. Varias veces había pedido desayuno chino de Hong Kong Bakery. [Si les gusta el desayuno chino, se los re- comiendo]. Desde que abrieron en pandemia salieron con una aplicación fácil de usar. He pedido tanto aquí que por alguna razón tengo el número del hijo de la dueña. Yun día le pregunté si me podía dar el contacto de los que lemanejan su aplicación. Yasí encontré a lagentedeYappa.Ungrupodemás de 5 jóvenes llenos de experiencia. Mi primera impre- sión fue que no son una empresa que nació en pande- mia con una aplicación. Están conscientes de que si a susclienteslesvabien,aelloslesirábien.Acompañada demis sexto sentido, ¡memonté en el patín con los chi- cos deYappa! Me dediqué un fin de semana a buscar fotos que ha- bía tomado en mi celular para alimentar la aplicación [aquí me di cuenta que uno sí le toma foto a tonterías]. Mi meta era arrancar la semana con el app andando y tenermás tiempo para producir. Así fue. La primera semana ofrecí un 10% descuento por comprasarribade$15paraanimaralagenteaprobary yo hacer ajustes. Recibí buenos comentarios y hasta felicitaciones. A los clientes que me chateaban para hacer su pe- dido, los dirigía a la nueva plataforma. Comono todopuede serperfecto,me llegó laclienta que no quería usar la aplicación a la cual le había de- dicado todomi fin de semana. Su pedido eramenor de 15 dólares y me dijo que yo debía ajustarme a lo que el clientequeríaynoal revés. [Momentodesilencioyres- piración profunda]. En sumomento, me dije que ella tenía razón. Habrá pedidos especiales que tendré que seguir atendiendo. Peroalgo enel fondomedecíaquenomeparecía loque elladecía.Desdeunprincipiohetrabajadoeneducaral cliente para que el proceso de compra sea más fácil para ambos. ¿De qué sirve una aplicación que los clientes no quieran usar? Yo sabía que este no era el problema, ya quelamayoríahabíatenidounacomprafeliz.Entonces ¿debo agarrar de mi tiempo de producir [estamos en pandemia con un límite de colaboradores] para aten- der a quien hace un berrinche? Votoporpazmentalparaatenderbienami otro98% de clientes que sí semontó al patín de la tecnología. “ Llegó el momento en que estaba más de la mitad del día chateando, anotando pedidos y organizando al mensajero. Tuve que decir ¡basta! ”

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