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19 31.07.2020 Para una bailarina de ballet, dejar de en- sayar durante una semana se siente co- mo un mes. “Si paramos de practicar pensamos que perderemos todo el tra- bajo que logrado. A todos los bailarines nos pasa”. Así describe Melissa Gaona, integrante del Ballet Nacional de Pana- má, la disciplina y constancia de quienes se dedican a este arte en movimiento, aún en cuarentena. Previo al confinamiento, la rutina diaria de la bailarina profesional consistía en acudir, de lunes a viernes, a ensayos con el Ballet Nacional hasta el mediodía; y por las tardes, ser maestra en una aca- demia de danza. Ese horario permanece igual, solo que ahora se desarrolla de modo virtual desde su nuevo estudio im- provisado de danza: la sala de su casa. Con la suspensión de sus clases, Melissa decidió convertir la sala del apartamen- to donde reside con sus papás en un área de ensayo. Movió hacia la pared los muebles de la sala y el comedor y así te- ELLAS.pa ner un espacio más amplio para sus desplazamientos. Para sus entrenamientos en casa, su pa- pá le construyó una barra de ballet. “Las clases presenciales se suspendie- ron una semana antes de la cuarentena total. Eso le dio tiempo [al papá] de comprar los materiales y construirla. Me la hizo de pvc y hasta me la pintó. A varias alumnas mías también les cons- truyó barras”, comenta la bailarina. La artista explica que inicialmente fue un reto adquirir los implementos nece- sarios para los ensayos de ballet en ca- sa porque en Panamá no había tantas opciones para comprar. Cuenta que ahora han surgido muchos emprende- dores que ofrecen estos productos. Por ejemplo, los bailarines necesitan un pi- so especial con una cámara de aire que permita la amortiguación de las pisa- das. Ella pudo conseguir un piso portá- til, que puede levantarse cuando no se está utilizando, con un arquitecto local que emprendió en la construcción de estas piezas. Para los ensayos caseros también tuvo que conseguir un linóleo antideslizante. Los mats de yoga, las ligas y pelotas de pilate, necesarios para sus prácticas, ya los tenía antes del encierro. Desde la sala, Melissa transmite sus cla- ses de ballet. Sus papás también hacen teletrabajo. “A cada rato salen en mis clases de Zoom cuando pasan a la co- cina, pero ellos están felices porque puedo continuar con mi rutina y entre- nando a pesar de todo”. "SI PARAMOS DE PRACTICAR PENSAMOS QUE PERDEREMOS TODO EL TRABAJO QUE HEMOS LOGRADO. A TODOS LOS BAILARINES LES PASA" Melissa entrena con la barra de ballet que le construyó su papá. CORPRENSA/RobertoCisneros CONLABARRA DEPAPÁ Melissa Gaona- bailarina CORPRENSA/RobertoCisneros

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